Una nueva fiebre del oro arrasa el Amazonas |
Aunque la minería en la Amazonia puede no causar deforestación a la misma escala que la tala y la agricultura masiva, tiene una amplia gama de efectos que pueden afectar al medio ambiente. La Amazonia posee un gran potencial en recursos minerales, como el cobre, el estaño, el níquel, la bauxita, el manganeso, el mineral de hierro y el oro. Como resultado, los gobiernos están proporcionando incentivos fiscales para proyectos a gran escala con el objetivo de estimular el desarrollo y con la mejora de los métodos de extracción, la expansión de este negocio también aumenta.
El oro se ha convertido en uno de los principales enemigos de la selva Amazónica. Bajo el manto verde más grande del mundo, se encuentran enterrados un montón de materiales preciosos muy codiciados en el mundo occidental, como es el oro. Cuencas intactas que esperan ser descubiertas por los explotadores, ya sean ilegales, alegales o legales. Todo el mundo quiere tomar parte de esta tajada que no solo sirve para hacer ricos a los explotadores, sino también para dar de comer, aunque sea míseramente, a los mineros que trabajan a destajo durante jornadas de más de 15 horas diarias.
La importancia del oro reside en su gran valor para el mundo occidental. En sí mismo, el oro sirve sólo como ornamento, para la fabricación de joyas, sin embargo, también es cierto que históricamente el oro siempre ha sido el principal salvoconducto económico, mucho más importante que el propio dinero. Durante las épocas de crisis, mientras que la moneda se puede devaluar, el oro siempre está ahí, y es por ello que su valor aumenta, como viene sucediendo desde 2006 con la crisis económica mundial. Una crisis creada por países ricos, pero que al final acaban pagando los más pobres, como es este caso.
La situación es dramática, no sólo para la gente de la zona que malvive de ello, sino para el mundo en general. Y es que las explotaciones mineras también conllevan la contaminación de las aguas.
Mina a cielo abierto en el Amazonas. Imagen de WWF |
El modus operandi para la explotación de la mina es el gran problema de todo. En el caso del oro, se encuentra bajo tierra y para llegar a él lo primero que se hace es la tala indiscriminada de toda la vegetación de la zona en cuestión. Se lleva a cabo un tipo de minería llamada “a cielo abierto”, que consiste en la excavación de la tierra, retirando grandes cantidades de suelo, hasta llegar al metal precioso. Este se encuentra mezclado con la arenilla, por lo que es necesario remover, mover y remover esta tierra para conseguir un par de gramos de oro. El otro gran problema, además de todo lo que la deforestación conlleva, es la utilización de mercurio para separar el oro de la tierra. Un mineral con un alto nivel de contaminación, que una vez utilizado es echado a las aguas de los ríos creando grandes problemas para la biodiversidad y siendo incluso peligroso para la salud de los seres vivos que habitan la zona.
Perú, Bolivia y Venezuela son los principales países del Amazonas productores de oro y otros materiales como el estaño, el zinc, cobre... Sin embargo, lo que más destaca en estas zonas es el descontrol y la ilegalidad que envuelven el negocio.
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